lunes, 18 de mayo de 2009

LA TARDE LARGA

¡Qué tarde tan larga!

Están ennegrecidas mis lámparas de colores,

mis pequeñas plantas se han agrisado,

las gotas de la lluvia parecen

timbales de profundo llanto.

El Sol está en su mediodía

y yo, atardeciendo.

Se me escapa de entre los dedos el abecedario.

Mis manos tiemblan y se cae el agua

entre los pétalos oscuros de mis “pensamientos”.

Hoy ya no me importa el tiempo

ni sus cósmicos trayectos.

Mis ojos miran extraviados el lugar que no existe.

Me sobran las lágrimas … y se caen… y se van.

Hay un telón que recién no estaba.

Hay un olor a humo enmohecido, imperecedero.

Siento que no ocupo espacio con mi cuerpo.

Me duelen la garganta y los dedos.

Las caricias arrancan mi estúpida piel.

Se acorta la tarde. Anochece.

Se alarga esta diáspora eterna,

destierro de milenios y siglos humedecidos.

Me aburro y me desgano.

Añoro volver.

EL OLIVO MILENARIO

Entre las manos eternas

que me acariciaron,

pero no me retuvieron.

Desde los ojos firmes

que me protegieron,

pero nunca me miraron.

Contra los muros altos

que nos separaron

y que ya no existen.

Para detener

los vasos de sangre,

quebrados y perdidos

en el río gris del ayer.

En medio de los diques

que contuvieron hasta el oscurantismo

el mar de mis ojos.

Ante todo el mundo

que mira sorprendido.

Por el pozo de nada

de mi alma desecha.

Por tu tremenda sencillez

de olivo milenario

y destrozado.

A tu corazón,

rendido,

me entrego y descanso.

PRISIÓN VIRTUAL

Estoy en este espacio

con siete columnas

y arcos ojivales,

enormes y grises,

como calabozos medievales.

Espero la sentencia.

Feliz el que puede expresarse

sin ser apresado.

Espero que me dicten

las palabras destruidas

y que mi sangre se expanda,

como arrebol,

en todo el horizonte.

LÁGRIMAS SIN ROSTRO

Lágrimas sin rostro,

sólo surcos de agua clara,

heridas de mejillas inocentes,

sed de tierra,

sed amarga.

Llorar. Tristeza.

Sentimientos viejos

de peldaños inquietos

que buscan su adentro.

Desespero.

Abismo en penumbras.

Muerte,

espacio entre espacios

en equilibrio tenso

y un grito inmenso que llena

el lugar entre luces distantes.

Clama.

Espera.

Reluce

y muriendo,

renace.

EL ENSUEÑO

Me voy,

haciendo un cuenco con mis manos,

para trasladar mi historia

hasta el confín del Cosmos.

Viajo,

por distancias fantasmales,

enarbolando

luciérnagas azules.

Me inundo,

desde los ojos,

el pelo anonadado,

para andar,

desde el corazón bermejo

hasta la mente blanca.

Descanso,

en superficies inestimables

con mariposas verdes en los dedos.

Me tiro,

hacia el abismo perfecto

para estrellarme

en la estética figura de su pecho.

Rondo,

las estrellas lejanas,

que me miran

y me dejan de mirar,

para sentir su luz,

espada y filo helados.

Arranco

frutos dorados del árbol aquel

y nacen,

una y otra y otra vez.

Despierto.

Los ojos apretados

bajo la frente herida.

En sus surcos,

germina la semilla que sembramos anoche.

Su flor se parece

al descansado aroma de tus pasos.

viernes, 8 de mayo de 2009

SOY DE RUBÍ

Soy de rubí,

por lo frío y por lo rojo,

por las ansias de engarzarme en ti

y allí quedar.

Soy de diamante

por lo duro y por lo roto.

Me han quitado pedazos enteros

para que brille mas.

Y ¿alguien se ha preguntado

si yo quería brillar?

Soy de aire,

por lo sutil y silencioso.

¿Alguien escuchó quejarse al aire?

a mi tampoco.

No me quejo ni me quejaré.

Tengo suficiente con estar.

Este seguir me consume cada día

convirtiendo en carbones encendidos mi presente

y en cenizas diarias mi futuro.

.

NUESTRO COSMOS

Al sol se le someten las estrellas

y éstas a la luz y así siempre.

Ellas duermen su brillo en la mañana

y él muere desangrado por la tarde.

Cuando todos decidan no volver

y los ojos pierdan su sentido

nos invadirá la monotonía

de la noche sin día.

Las estrellas serán lo último por ver

y esto tiene su sentido

porque,

morir a ellas,

es nacer al febo que nos espera

más allá de la física y de la química.

Amaneceremos nuestros ojos

a la claridad de una jornada infinita.

y formaremos parte de las constelaciones.

Entrelazaremos el ser y la nada

y nos quedaremos,

imprescindibles,

en el espacio que les circunda.