lunes, 18 de mayo de 2009

EL ENSUEÑO

Me voy,

haciendo un cuenco con mis manos,

para trasladar mi historia

hasta el confín del Cosmos.

Viajo,

por distancias fantasmales,

enarbolando

luciérnagas azules.

Me inundo,

desde los ojos,

el pelo anonadado,

para andar,

desde el corazón bermejo

hasta la mente blanca.

Descanso,

en superficies inestimables

con mariposas verdes en los dedos.

Me tiro,

hacia el abismo perfecto

para estrellarme

en la estética figura de su pecho.

Rondo,

las estrellas lejanas,

que me miran

y me dejan de mirar,

para sentir su luz,

espada y filo helados.

Arranco

frutos dorados del árbol aquel

y nacen,

una y otra y otra vez.

Despierto.

Los ojos apretados

bajo la frente herida.

En sus surcos,

germina la semilla que sembramos anoche.

Su flor se parece

al descansado aroma de tus pasos.

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