La paz del inmenso mar que nos envuelve
con materna protección, densa y sin vientos,
es parte inconclusa y eficaz
de la parte del Cosmos que nos une.
Este útero allende las distancias,
este espacio sin espacios, tan abierto,
y esta forma de estrellas desgranadas
en el propio confín del Universo.
El color de la ausencia es solitario,
el sentido de la esfera está lontano
y el Sol,
Padrenuestro, amigo, hermano,
se muere cada día.
Y renace en la semilla que brota,
en el bosque incendiado,
en la mano que alcanza a nacer.
Somos un punto en la recta,
un minúsculo orgullo,
pero somos capaces de escribirlo.
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