miércoles, 26 de noviembre de 2008

DOS ESTRELLAS VENCIDAS

Recarga sus ojos

para otro llanto,

vacila en pequeños

suspiros para adentro.

Piensa

y cerrando los ojos,

pierde dos lágrimas

de atizado fuego transparente.

Sus mejillas

son claveles rojos

y las manos se hacen maderos,

inalterables,

crispadas.

Tiene miedo.

El lamento acompasa la escena con quejidos.

No desea morir.

El trabajo inacabado de los ojos

es la excusa.

Y ha de hacerlo, inevitablemente.

Yo, los brazos cruzados,

los ojos desbordantes

y mi máscara partida

en lúgubres pedazos.

Tengo el dolor de no entender.

Su cuerpo,

sima de muerte.

Hoy ausencia,

ayer vida.

Hoy silencio,

ayer recreo infantil de las palabras.

Hoy oscuridad,

ayer amorío sinfín de los colores.

Hoy piedra,

ayer caricias.

A pesar de todo, deseo que tus ojos

nos ubiquen en el tiempo,

en el espacio

hasta que sólo sean

dos estrellas vencidas

y un ocaso.

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