lunes, 10 de noviembre de 2008

EL ENCUENTRO

He salido en búsqueda de un canto
en espacios libres y clausuras nostálgicas;
entre multitudes de paz
y rebeldías vanas,
en claustros que alumbran mentes y corazones,
en abadías donde las plegarias
coronen almas
que velan
sonoridades celestes,
en poblaciones de lumbres inciertas,
en campos de espigas pródigas
con alas de fuego y de pájaros matutinos.

He salido en búsqueda de un canto
que
sobrevuele el tiempo transcurrido,
que brille en la noche de azabache,
volviendo a las tinieblas, pordioseras del día
entre el bello silencio del infinito silencio.

Soles y lunas se sucedieron
entre el
llanto y la risa.
El mar bañó mis ojos
con
centellas de ancestral memoria.
La Tierra anidó ausencias
y presencias
nutricias.
Las nubes retornaron de sus viajes
con la carga inmolada de la lluvia.
Los vientos ulularon, lobeznos ulularon.
Las manos suaves de la brisa
alisaron los
cabellos del aire
y las semillas, cautivas,
ardieron por ser flor y fruto.
Y yo
en el embrollado tumulto de mi mismo,
acumulé vértigos y abismos sinuosos,
intrigas de poder o no poder,
violencia, impiedad y usura.
Laberínticos procesos
que me engañaron y me perdieron.
Y sueños libertarios
de proezas que
concitan el asombro.
Tajos de luz que engarcen
perfiles de horizonte
para un Mundo indescriptible.

He salido en búsqueda del álgebra,
de la matemática del origen,
he ejercido el esgrima vital
con energía imantada de fulgores blancos.
He salido en búsqueda de un canto,
antípoda de melodías siniestras
y me
encontré contigo.

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