Mis costas no son los bordes del mar,
ni del río, ni del lago,
son el ribete social imprescindible
para poder existir en esta farsa.
Hay que defender la soberanía de las costas
porque perderla,
es decir lo profundo
de ti, de mi y nuestro mundo
y duele.
Por fin,
que las costas son inexpugnables
y la vida misma hay que darles
porque de otra forma
se la llevan sin permiso
hasta el fondo oscuro del océano
y, entonces luego, éstos se desbordan.
Que vivan los mares!
Que mueran las costas!
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