miércoles, 3 de diciembre de 2008

NUNCA AHORA, ENTONCES, SIEMPRE JAMÁS

Nunca

me pareció posible amar sin riesgos.

Nunca

quise dañar el polen amarillo de las flores blancas

Nunca

pude dormir sin haberte recordado un instante

Nunca

creí que no podía creerte.

Nunca

supe decir sí cuando debí decir no.

Nunca

pude arrancarme el traje que llevo en la piel.

Nunca

me embriagué para olvidar el recuerdo.

Nunca

dejé de recordar.

Nunca

creí poder escribir usando el “nunca”.

Nunca

extrañé con tanta intensidad

tu secreto y dulce beso tierno

en mis labios duros y apagados.

Jamás

me parece una palabra exagerada

Jamás

deseé morir sin haberte conocido.

Jamás

la guerra fue solución de nada

Jamás

creí que la traición fuera posible excusa.

Jamás

pude dejar de leer mas de dos libros por semana.

Jamás

pude arrancarme el traje que llevo en la piel.

Jamás

pude pensarte mas lejos que al alcance de mis manos.

Jamás

logré recuperarme de mis “sinsentidos”.

Jamás

amé como estoy amando.

Jamás tu imagen fue borrosa

aunque se desdibujase,

porque estuvo aquí, en mis retinas.


Siempre

me amanece un Sol renovado.

Siempre

me sobresaltan los proyectos arriesgados.

Siempre

quise quedarme en las montañas y

siempre

he vuelto.

Siempre

he sabido gustar el sabor salino de las lágrimas y

siempre

encontré un agudo dulzor en ellas.

Siempre

quise arrancarme el traje que llevo en la piel.

Siempre

me recorrieron dedos queridos.

Siempre

me entretuvo lo eterno porque descubrí

que nuestros actos efímeros

son las más pequeñas y concretas

constelaciones cotidianas.


Ahora

es el tiempo de hacerme un momento.

Ahora

es cuando todo está por iniciarse.

Ahora

el presente es mío y puedo usarlo.

Ahora

intentaré arrancarme el traje que llevo en la piel

Ahora

el Sol me toca y se queda.

Ahora

la noche es un símbolo de permanencia.

Ahora

volveré a amar intensamente.

Ahora

mi piel se increpa y vuelve tersa.

Ahora

me detengo para seguir caminando.

Ahora

tengo un proyecto.

Ahora

me conozco íntimamente.

Ahora

aprendí a mirar a los costados

aunque no sirve saber el número

de los que quieren detenerme.

Entonces

debo despegarme de esta silla.

Entonces

debo tomar distancia y volar.

Entonces

debo engarzarme en una mariposa.

Entonces

debo escuchar a Liszt para dormirme.

Entonces

debo ser dueño de mi tiempo.

Entonces

este traje que llevo en la piel ya no me sirve.

Entonces

me adeudo cincuenta años de vida.

Entonces

debo empezar a cobrarlos.

Entonces,

cuando yo era niño,

perseguía duendes y ahora,

que creo ser grande,

debo volver a buscarlos.


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