martes, 9 de diciembre de 2008

BUCÓLICA

Una cañada

y el río que descansa,

manso y agreste,

sobre las piedras blancas,

ancianas, sabias de pureza,

inmóviles y tácitas,

sepultadas y presentes,

álgidas y taciturnas.

Un sauce de péndulas ramas,

verdes, azogadas y amarillas,

tostadas y granate,

inquietas y delgadas,

gráciles y melancólicas.

Un abrazo detenido y candoroso,

con caricias prolongadas

y un despojo repetido,

mutuo y susurrante.

Una escena tan simple y tan pequeña

que sólo existe

en el lugar de mis anhelos,

en el silencio opaco de la tarde,

en la soledad ociosa de momentos.

Quiero irme y quiero quedarme.

Ser otro mas en este idilio.

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