viernes, 19 de diciembre de 2008

EL LARGO CORREDOR

Mi vida fue un largo corredor

rodeado de salas vacías.

Un estar apoyado, sin sentarme.

Un espacio equidistante

entre momentos sin tiempos.

Un querer seguir y,

sin embargo, quedarme.

Una montaña de libros

de los que el calor, no sale.

Un segundero de un reloj de pared,

inmóvil, tenue, rítmico.

Un desierto crepuscular.

Una calle con las luces apagadas.

Una mano helada,

Una caricia perdida en el aire.

Un suspiro al que nadie escucha.

Un clavo, una gota de rocío, una lágrima.

Llegó Pentecostés . . .

y el fuego se posó en mi cabeza.

Un rostro, sembrado en hermosura.

Tus manos, pancitas de Platero.

Tus ojos, faros, néctar.

Tu pelo, suave como la caricia.

Tus labios, maná de los manjares.

Y tu cuerpo, avecilla inquieta.

Esperarte.

Tenerte.

Abrazarte.

Verte dormir.

Ocupar tu espacio definitivo.

Extrañarte. Amarte.

Verte partir y verte llegar.

Tan plástico

como las palomitas torcazas

que forma el Río

desventurado por el viento.

1 comentario:

Eduardo Arcuri Márquez dijo...

Hemos leído todo lo publicado en el 2008 y no hemos podido ver otra cosa que tu alma. Nos enorgullece contarte entre nuestros seres queridos.
Eduardo y Marta