Creé tus manos y tu pecho
con una caja de Pandora entre los dedos,
para que suspires
Con la filigrana de tersa canela
de un albañil de
imaginé tu color y tus piernas.
Con las alas de un cisne,
perdido en los jardines de Aranjuez,
hice tus brazos y tus pestañas.
Con el mármol de una Venus exiliada
formé tus hombros en cientos de caricias.
Tus labios se cayeron temprano
de un rododendro del Londres victoriano
y nenúfares de un estanque de
son tus dientes que flotan en palabras.
Los ojos los dejé diurnos.
Ayer trigal maduro: acariciantes y sensuales,
hoy mar celeste: tranquilos y al acecho,
mañana jacarandáes: explosivos y acuciantes,
otro día selva: máximos y veloces.
De un trozo de madera noble
haché tu frente surcada por los siglos.
La nieve dio su forma, desplazada y sedosa,
a tus pómulos
y el mentón, gracioso,
lo robé de un Lladrós que guardo en casa.
Así, bello collage,
eres un sueño
como aspiración de eternidades ancestrales.
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